Muchos de nosotros que estamos orando por nuestros familiares, amigos y
vecinos no salvos, estamos pidiendo en nuestras oraciones en la forma
equivocada. Estamos diciendo: “Oh, Dios, ayúdales para que vean”. Pero ellos
están ciegos y no pueden ver.
Segunda Corintios 4:3 y 4 dice: “Pero si nuestro evangelio está aún
encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de
este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les
resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen
de Dios.”
Debemos primero atar al “cegador”. No estamos en guerra contra carne y
sangre. Estamos en guerra contra Satanás mismo y nunca penetraremos en su casa,
sino hasta que primero lo atemos.
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