martes, 8 de abril de 2014

EL GRITO DE ABANDONO

Las palabras de Jesús en la cruz “como a las tres de la tarde” fueron un grito de angustia y desolación total. Durante tres años había enseñado a otros a confiar en Dios. Una y otra vez, había animado a las multitudes a depositar su fe en el Padre amoroso. Pero allí estaba, sufriendo una muerte horrible. Al exclamar este, el más terrible de los gritos, pudo haber parecido que no podía practicar lo que había predicado.

¿Estaba rota su fe y confianza en su Padre?

Estas palabras de agonía fueron pronunciadas justo después que habían pasado tres horas de oscuridad. Y no era la oscuridad de una tormenta pasajera, o incluso un eclipse. Era la oscuridad provocada por el pecado humano, la oscuridad de los tormentos del infierno.

Aborrecimiento del Padre de todas las cosas malas fueron revelados a Jesús en esas tres horas. Y a medida que la tierra estaba en tinieblas, Cristo sintió todo el peso de los pecados de la humanidad sobre sus hombros.

Sus manos y pies fueron traspasados, pero fueron traspasados por nuestras rebeliones y malas acciones. Su cuerpo fue abatido, y fue a causa de nuestros pecados y ofensas.

No es de extrañar que Cristo se sintió tan absolutamente vacío y abandonado por su Padre. El pecado del mundo estaba sobre él.

"A esa misma hora, Jesús gritó con fuerza… DIOS MIO, DIOS MIO, ¿POR QUE ME HAS ABANDONADO?”
Mateo 27:46



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