jueves, 18 de julio de 2013


"Busqué al Señor, y él me oyó, y me libró de todos mis temores." [Salmo 34:4]

"Cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja

que se había perdido." [Lucas 15:5-6]

19. JULIO. 2013. EN BUSCA DE DIOS:

En un paseo con la familia, Sandra se perdió en el bosque.
Cuando los padres notaron la ausencia de su pequeña, empezaron a buscarla muy inquietos, tomando todos los caminos posibles.
Por su lado la niña llamaba y gritaba en vano, hasta que quedó sin fuerzas.

Horas más tarde su padre la divisó dormida sobre una roca. La llamó por su nombre y corrió hacia ella. La niña se despertó de un sobresalto y le tendió sus brazos. Cuando el padre la abrazó y le dio un beso, la niña repetía sin cesar: «¡Papá, te encontré!».

Quizás, al igual que aquella niña que no encontraba a sus padres, usted no sabe cómo encontrar a Dios.

Primeramente puede estar seguro de que Dios lo busca y pone en su corazón el deseo de buscarle. Al igual que el pastor del Evangelio que fue a buscar a la oveja perdida, Dios le busca.
Él espera que usted reconozca que está perdido, que le tienda los brazos. Entonces le dará su paz.

Confiando en Dios es cómo podemos encontrarlo. “Es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). La fe es confianza en Dios.
Al escuchar a Dios, lo que nos dice en su Palabra (la Biblia), la fe nace y crece en nosotros. Entonces nos damos cuenta de que es el Dios Salvador y que nos envió a Jesús, su Hijo unigénito.

Al igual que esta niña, experimentaremos la alegría del reencuentro, la alegría de ser hallado y salvo.
¡Y mayor será la alegría de Jesús, el Buen Pastor!

 
 

 
 
 
 

"La palabra del Señor vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro. Y me dijo el Señor: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra." [Jeremías 1:11-12]

 



18 JULIO 2013. LOS ALMENDROS EN FLOR:

 
 
 
 

En los países de la cuenca mediterránea, a veces los almendros ya florecen en enero. 
En pocos días sus ramas desnudas se llenan de flores… Aunque todavía es invierno, esta floración inmaculada es una promesa de la primavera.
 
 
 
En hebreo la palabra almendro significa «el árbol que vela». 
Dios empleó esta imagen del almendro para animar al joven profeta Jeremías y anunciarle que su palabra se cumpliría.
 
 
 
Así como la flor del almendro, tan frágil en pleno invierno, las promesas de Dios parecen muy inciertas en un mundo duro y frío; sin embargo se cumplirán. 
 
 
El que tiene fe, la que es una locura a los ojos de ciertas personas, deposita su confianza en Dios y en su Palabra, sin detenerse en las cosas visibles.
 
 
¿Su vida es fría y solitaria como un día de invierno? Reconozca ante Dios que Lo necesita. 
Dios le amó hasta el punto de dar a su Hijo unigénito para liberarlo. 
 
 
Para aquel que confía en Él, las promesas divinas se cumplen: “Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). 

 
La paz, el gozo y el amor divino son derramados en el corazón del creyente y, al igual que una floración primaveral, la bondad brota a su alrededor. Los que son “plantados en la casa del Señor, en los atrios de nuestro Dios florecerán” (Salmo 92:13).



“…Para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo” (Colosenses 1:22-23).


miércoles, 10 de julio de 2013

Dice, pues, el Señor: 

"Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado; por tanto… perecerá la sabiduría de sus sabios." [Isaías 29:13-14]

10. Julio. 2013. LA AUTENTICIDAD:

Acudir a conciertos o escuchar tocar el violín nunca ha hecho que alguien se vuelva violinista. 
Ver un campeonato de esquí tampoco ha hecho de un espectador un verdadero esquiador; e igualmente, leer el menú de un restaurante jamás ha saciado el hambre a nadie.

Del mismo modo, acudir a servicios religiosos no hace que una persona sea cristiana. 
Contrariamente a lo que muchos piensan, un cristiano no es simplemente alguien que pertenece a una denominación cristiana.

Estar inscrito en el registro de una congregación puede alimentar la ilusión de ser cristiano, sin que esa persona tenga una verdadera relación con Dios. 
Incluso se puede desempeñar actividades religiosas importantes sin tener la vida de Dios.

Para ser cristiano se requiere una fe auténtica y una obra en el corazón y en la conciencia; es una decisión que tiene que ver con lo más profundo de la personalidad. 

La Biblia reconoce como cristianos a todos aquellos que aceptan las declaraciones de Dios con respecto a su estado de pecadores alejados de él, y que a continuación depositan su confianza en Jesucristo, quien murió en la cruz para salvarlos. 

A partir de ese momento son “de Cristo” y conocen a Dios como su Padre. 
Desean agradarle, al igual que el hijo que ama a sus padres. 
También saben que después de su vida en la tierra, Jesús los llevará con él al cielo.

Hagámonos la pregunta: ¿Soy un auténtico cristiano?