"¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?" [Lucas 5:21]
"Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios." [Efesios 2:8]
30. ENERO. 2013. ¿QUIÉN PUEDE PERDONAR LOS PECADOS?:
Desde siempre las religiones han intentado responder a esta pregunta.
La diversidad de soluciones es sorprendente.
La mayoría de las religiones piden al hombre que haga o dé algo para obtener el perdón divino.
Incluso en medio de la cristiandad algunos afirman que mediante ciertos ritos se podría obtener la seguridad del perdón de Dios.
Sin embargo, ¿qué dice la Biblia, la Palabra de Dios, a este respecto? “¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” (Lucas 5:21).
En efecto, el pecado es una ofensa a Dios. Por ello sólo él puede perdonar los pecados y mostrar al hombre las condiciones de ese perdón.
El Señor Jesús, que es Dios, tiene el poder para perdonar los pecados (Lucas 5:24).
El apóstol Pedro respondió lo siguiente a alguien que quería comprar un regalo de Dios: “Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero… Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón” (Hechos 8:20, 22).
Efectivamente, es muy grave querer pagar o pedir que se pague lo que Dios mismo ofrece gratuitamente.
La Biblia dice que somos “justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús… por medio de la fe en su sangre” (Romanos 3:24-25).
Sólo los que creen en todo el valor de la obra de Cristo, de este muy precioso regalo pueden decir: él nos perdonó “todos los pecados” (Colosenses 2:13).
jueves, 20 de junio de 2013
lunes, 10 de junio de 2013
"Bendito el varón que confía en el Señor, y cuya confianza es el Señor. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces… en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto." [Jeremías 17:7-8]
"Todas mis fuentes están en ti." [Salmo 87:7]
10 DE JUNIO 2013. EL MELÓN DEL DESIERTO:
En el desierto de Namibia en el sur de África, existe un fruto parecido a un melón, que es cosechado para ser consumido.
Su presencia en semejante lugar nos sorprende. ¿Dónde encuentra el agua indispensable para crecer en un lugar tan árido?
Los botánicos que lo estudiaron hallaron que no sólo posee raíces muy largas que van hasta la más pequeña veta de agua, sino que también absorbe la más mínima humedad del aire.
Este ejemplo nos recuerda el versículo del día y nos anima a permanecer cerca de Jesús, “manantial de aguas vivas” (Jeremías 17:13), a fin de llevar fruto para Dios.
La primera condición es, por supuesto, ser un hijo de Dios, haber puesto su confianza en Él por medio de Jesucristo. “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31).
Luego, así como la planta extiende sus raíces hacia la corriente, es necesario ir a Él, a su Palabra, cada día, para sacar agua, lo que sacia la sed interior.
Jesús nos dice: “El que permanece en mí, y yo en Él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5).
“Arraigados… en Él” (Colosenses 2:7) tendremos todas las fuentes necesarias para desarrollarnos y vivir para él.
Por medio de la lectura de la Biblia escuchamos a Dios hablarnos.
Mediante la oración somos nosotros quienes le hablamos.
"Todas mis fuentes están en ti." [Salmo 87:7]
10 DE JUNIO 2013. EL MELÓN DEL DESIERTO:
En el desierto de Namibia en el sur de África, existe un fruto parecido a un melón, que es cosechado para ser consumido.
Su presencia en semejante lugar nos sorprende. ¿Dónde encuentra el agua indispensable para crecer en un lugar tan árido?
Los botánicos que lo estudiaron hallaron que no sólo posee raíces muy largas que van hasta la más pequeña veta de agua, sino que también absorbe la más mínima humedad del aire.
Este ejemplo nos recuerda el versículo del día y nos anima a permanecer cerca de Jesús, “manantial de aguas vivas” (Jeremías 17:13), a fin de llevar fruto para Dios.
La primera condición es, por supuesto, ser un hijo de Dios, haber puesto su confianza en Él por medio de Jesucristo. “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31).
Luego, así como la planta extiende sus raíces hacia la corriente, es necesario ir a Él, a su Palabra, cada día, para sacar agua, lo que sacia la sed interior.
Jesús nos dice: “El que permanece en mí, y yo en Él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5).
“Arraigados… en Él” (Colosenses 2:7) tendremos todas las fuentes necesarias para desarrollarnos y vivir para él.
Por medio de la lectura de la Biblia escuchamos a Dios hablarnos.
Mediante la oración somos nosotros quienes le hablamos.
viernes, 7 de junio de 2013
"Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; porque en ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos. Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece." [Salmo 57:1-2]
7 de Junio 2013. DE UN ÍDOLO AL SALVADOR:
David pasaba su tiempo libre lustrando su moto, que era para él un verdadero ídolo.
Se había convertido en un profesional en sus pruebas en la carretera.
Cierto día un automóvil de gran cilindrada lo siguió.
Era imposible alejarse de ese vehículo, así que David se detuvo y el otro conductor también.
–¡Qué control, qué soltura… fue un verdadero placer seguirle!, dijo el conductor del automóvil.
Usted es el hombre que estoy buscando para exhibir la marca de motos que represento.
Entonces David entrevió la competición, el éxito, la gloria y la fortuna.
Después de la moto vino el automóvil.
Pronto formó parte de un rally internacional.
Practicaba todos los domingos para estar bien preparado el día de la salida.
«Un domingo, dijo él, después de haber conducido diecinueve horas seguidas, me dormí al volante… Me sacaron de en medio de un montón de chatarra. En la cama del hospital sólo tenía un Nuevo Testamento que mi tía me había dado. Nunca lo había abierto, pero lo guardaba en mi bolsillo por amor a ella y porque me lo había recomendado. Lo abrí al azar y leí: “¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:14).
¡Una neblina!
Sí, estuve al borde de la muerte y del juicio que le sigue (Hebreos 9:27). Dios me hablaba solemnemente. Reconocí mi locura y la misericordia divina».
Ese día David encontró la paz con Dios y puso toda su energía al servicio de su nuevo Maestro.
7 de Junio 2013. DE UN ÍDOLO AL SALVADOR:
David pasaba su tiempo libre lustrando su moto, que era para él un verdadero ídolo.
Se había convertido en un profesional en sus pruebas en la carretera.
Cierto día un automóvil de gran cilindrada lo siguió.
Era imposible alejarse de ese vehículo, así que David se detuvo y el otro conductor también.
–¡Qué control, qué soltura… fue un verdadero placer seguirle!, dijo el conductor del automóvil.
Usted es el hombre que estoy buscando para exhibir la marca de motos que represento.
Entonces David entrevió la competición, el éxito, la gloria y la fortuna.
Después de la moto vino el automóvil.
Pronto formó parte de un rally internacional.
Practicaba todos los domingos para estar bien preparado el día de la salida.
«Un domingo, dijo él, después de haber conducido diecinueve horas seguidas, me dormí al volante… Me sacaron de en medio de un montón de chatarra. En la cama del hospital sólo tenía un Nuevo Testamento que mi tía me había dado. Nunca lo había abierto, pero lo guardaba en mi bolsillo por amor a ella y porque me lo había recomendado. Lo abrí al azar y leí: “¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:14).
¡Una neblina!
Sí, estuve al borde de la muerte y del juicio que le sigue (Hebreos 9:27). Dios me hablaba solemnemente. Reconocí mi locura y la misericordia divina».
Ese día David encontró la paz con Dios y puso toda su energía al servicio de su nuevo Maestro.
lunes, 3 de junio de 2013
"Comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día." [Mateo 16:21]
Jesús dijo:
"Yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos." [Apocalipsis 1:17-18]
03. FEBRERO. 2013. LA RESURRECCIÓN (1). EL FUNDAMENTO DEL CRISTIANISMO:
¿Hay una noticia más extraordinaria que la resurrección de Jesucristo de los muertos?
La resurrección de Cristo es una verdad central del cristianismo.
Contrariamente a las creencias basadas en filosofías o ideologías, el cristianismo está fundado en un acontecimiento histórico: una tumba vacía y una persona viva, es decir, Jesús.
El apóstol Pablo subrayó este aspecto fundamental escribiendo en una epístola, poco tiempo después de que el Señor estuviese en esta tierra: “Si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados… Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres”, pero luego añade: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho” (1 Corintios 15:17-20).
No es sorprendente que a lo largo de los siglos esta verdad haya sido atacada por los que se oponen a Cristo.
Ya desde los tiempos de Jesús la secta de los saduceos negaba la resurrección de los muertos, pero los ataques se multiplicaron desde mediados del siglo 19 hasta hoy.
No obstante, si Dios pidió a los hombres que creyesen en la resurrección de su Hijo, también se encargó de dar numerosas pruebas de ello.
Existen pocos acontecimientos históricos que hayan sido descritos y confirmados por tantos testigos.
Jesús dijo:
"Yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos." [Apocalipsis 1:17-18]
03. FEBRERO. 2013. LA RESURRECCIÓN (1). EL FUNDAMENTO DEL CRISTIANISMO:
¿Hay una noticia más extraordinaria que la resurrección de Jesucristo de los muertos?
La resurrección de Cristo es una verdad central del cristianismo.
Contrariamente a las creencias basadas en filosofías o ideologías, el cristianismo está fundado en un acontecimiento histórico: una tumba vacía y una persona viva, es decir, Jesús.
El apóstol Pablo subrayó este aspecto fundamental escribiendo en una epístola, poco tiempo después de que el Señor estuviese en esta tierra: “Si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados… Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres”, pero luego añade: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho” (1 Corintios 15:17-20).
No es sorprendente que a lo largo de los siglos esta verdad haya sido atacada por los que se oponen a Cristo.
Ya desde los tiempos de Jesús la secta de los saduceos negaba la resurrección de los muertos, pero los ataques se multiplicaron desde mediados del siglo 19 hasta hoy.
No obstante, si Dios pidió a los hombres que creyesen en la resurrección de su Hijo, también se encargó de dar numerosas pruebas de ello.
Existen pocos acontecimientos históricos que hayan sido descritos y confirmados por tantos testigos.
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